‘No puedes tocarme’.
Perfopoesía. Afropea. Aprender. Aprehender. El hibisco que
era púrpura. Los libros.
‘No puedes tocarme’.
Está nublado y la colcha roja del sofá está tendida. Tendida.
Recogida. Vuelta a tender. Me invento un desafío con la lluvia. Hubo un tiempo
que me gustaba correrla. La carretera. Como quien corre el cárabo. Sudo. Miro las
gotas que resbalan mis brazos. Las recorro. Alabama Monroe. Tatuajes.
‘No puedes tocarme’.
A veces la lluvia me sorprende en la playa. Llueve sobre el
mar. Sigo leyendo bajo la sombrilla. Con la cara apoyada en la toalla y la
toalla excavada en la arena. Trinchera. A ras de horizonte. Agua sobre agua. Archivo
una fotografía mental. Monocolor. Detrás de los ojos.
‘No puedes tocarme’.
Me ayudas a recorrer el camino que lleva de la oscuridad
hacia la luz. Me ayudas a desnudarme. Para volver a vestirme. Me enseñas que se
puede encender y apagar la noche. Con el mismo interruptor con el que se puede
encender y apagar una lámpara. Encender las estrellas, las ranas y los grillos.
Para no tener miedo.
‘No puedes tocarme’.
En el vientre se me ha alojado un poliedro intramural. Un cubo
casi perfecto. En la frontera de dentro. Con excepción de a la hija, hasta
ahora solo había crecido cosas por fuera y de pájaro. Las plumas en la espalda
para convertirme en otra, la máscara en la cara para mirar desde atrás. Me
pregunto cómo será que se vuele con un poliedro enredado. Como un segundo cerebro. Chillida Leku. Desenredar
el viento.
‘No puedes tocarme’.
Lo toco desde todos sus lados. Sube y baja las escaleras. Gritando.
Reconozco sus urgencias pero no quiero escucharlo.
‘No puedes tocarme’.
Hace tiempo que no sueño con la niña no nacida. Que no pinto
puertas en el laberinto. Que no quiero andar los pasos ni aprender las lenguas.
Que me escondo.
‘No puedes tocarme’.
Me asomo al acantilado. Me ha crecido un grito cuadrado en
el vientre al que le amputo una y otra vez la voz. De un tajo. Como si fuera un
brazo que cae al suelo y escondo. Ni una gota. Ni un grano de sal. Sin memoria.
Pido una mano. La mano, la mano, la mano. ‘No puedo tocarme’.
La colcha tendida. Las nubes. El poliedro enroscado en el eco de la poesía. Al rescate. Su mano. Sin saberlo. El vuelo torpe. Simulacro. Mujer. De viento o humo. Encender y cruzar el día. Escuchar la música. Llorando y riendo.
"Yves Bonnefoy: Une Hélène de vent ou de fumée II"
Grabado al Aguafuerte
Eduardo Chillida