Es difícil nacer con voz cuando te paren en una
habitación con ventana abierta a la calle. Contenida. Muda. A ras de la acera, de los
oídos de los pasos.
Cuando me nacieron en la cama de mi abuela, no lloré al respirar,
ni al verme el cuerpo flaco y largo que luego vería mi padre. La niña tiene los
pies muy grandes. Contenida. Muda. Atada a mi madre por el cordón umbilical y
por un fino e invisible hilo de lealtad que no supieron cortar. Ni yo tampoco.
Cuando me nacieron en la cama de mi abuela, casi en mitad de la calle, con la boca tapada, no se me ocurrió otra cosa que usar los ojos y las manos.
Y así seguí. Observando, como el coronel,
la nieve desde el otro lado de la luz. Desde el muro del silencio de dentro. Desde
los libros.
Ayer me desperté temprano. Como siempre. Aún de noche. Pero no me puse la rebeca y bajé a la cocina a hacerme el
café, ni me tendí en la hamaca a leer hasta que el sol se levanta sobre los
álamos esquinados y la tórtola blanca y gris se posa sobre la antena. Me quedé un
rato acurrucada en la cama. Bajo la otra ventana. Sin quererme nacer al día de
mi ‘haceaños’. Deshojando la esperanza de un mensaje en el teléfono. Con el ay
por dentro y los pies todavía muy grandes.
Amanece. Ya está bien, mujer. Me levanto. Me saco el ay por
la boca y me lo guardo como un pañuelo en el bolsillo. Me anudo una sonrisa.
En la escalera, mi regalo de cumpleaños ha salido a buscarme. Una
cinta blanca, sujeta con piedras de playa, lo anticipa desde el escalón más alto. Escrita. A mano. No puedo creerlo. Los ojos. Bajo despacio, peldaño a peldaño. Leyendo la cinta. Descalza. La cinta tuerce hacia el patio. Sobre la
hamaca, el dibujo inconfundible de Siete Soles sobre la portada de mi propio Memorial del convento. Gracias. Qué hermoso. Gracias.
Ya preparado para el viaje junto a Cien años de soledad, una rosa
amarilla recién cortada en el pelo y un quimono de seda. Hasta el final. Blimunda. Desde el
principio.
La cinta decía esto:
‘Muchos años después, frente a pelotón de fusilamiento, el
coronel Aureliano Buendía … Era inevitable: el olor de las almendras amargas le
recordaba siempre el destino de los amores contrariados … Pequeña rosa, rosa
pequeña, a veces diminuta y desnuda, parece que en una mano cabes …En un lugar
de la Mancha de cuyo nombre no quiero acordarme … ¡Tom! No hubo contestación. ¡Tom!
Tampoco hubo contestación … Con diez cañones por banda, viento en popa a toda
vela, no corta el mar sino vuela … A su hermana, la Régula, le contrariaba la
actitud del Azarías, y le regañaba y él, entonces regresaba a la Jara, donde el
señorito … Sin querer me metí en una
utopía y no pude salir. Íbamos hacia el cielo, el mar, el monte y no pude salir
… El año de mis noventa años quise regalarme una noche de amor loco con una
adolescente virgen … Las calles de Buenos Aires ya son mi entraña … Lolita, luz
de mi vida, fuego de mis entrañas. Pecado mío, alma mía, Lo-li-ta … La heroica
ciudad dormía la siesta. El viento sur, caliente y perezoso empujaba nubes
blanquecinas … Era el mejor de los tiempos, era el peor de los tiempos …
¿Encontraría a la Maga? Tantas veces me había bastado asomarme viniendo por la
rue de Seine … Si de verdad les interesa lo que lo que voy a contarles, lo
primero que querrán saber es dónde nací … Platero es pequeño, peludo, suave,
tan blando por fuera que se diría todo de algodón … Cuando Gregorio Samsa se
despertó una mañana después de un sueño intranquilo … Las familias felices son
todas iguales, las infelices lo son cada una a su manera … Era un viejo que
pescaba sólo en un bote en la corriente del golfo … Si soy el héroe de mi
propia vida o si otro me reemplazará … Llamadme Ismael. Hace unos años, no
importa cuántos … El día que lo iban a matar, Santiago Nasar se levantó a las
cinco y media … Hoy a muerto mamá. O quizá ayer, no lo sé … Se iluminó el disco
amarillo. De los coches que se acercaban, dos aceleraron antes … Vine a Comala porque me dijeron que acá vivía
mi padre, un tal Pedro Páramo … La mañana del 16 de junio de 1904, salía de su
refugio en Dublín Leopold Bloom … Mi táctica es mirarte, aprender como sos,
quererte como sos’.
‘Mi táctica es quererte cómo eres. Sin cambios. No tengo
estrategia’.
Una cinta de frases que empiezan libros. Como los besos en la boca de
Cinema Paradiso. Mudos. Como los trozos recogidos otra vez de uno mismo.
Emocionada. Contenida.
Descalza.
Mientras alguien en un lugar de mi ensueño de vendedora de
fósforos sobre otra nieve, me canta Las mañanitas.
‘Don Juan, quinto de este nombre en el orden real, irá esta
noche al dormitorio de su mujer, …’.
Hasta el final. Blimunda. Desde el principio. Con ojos y
manos.
Con boca.
Qué bonito María. Y felicidades.
ResponderEliminarGracias. Soy muy afortunada. Tengo amig@s y familia que no dejan de cuidarme y quererme. Un imperio de vida.
EliminarQué lindo amiga, me gusta mucho
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