sábado, 6 de abril de 2019

No puedes tocarme


‘No puedes tocarme’.

Perfopoesía. Afropea. Aprender. Aprehender. El hibisco que era púrpura. Los libros.

‘No puedes tocarme’.

Está nublado y la colcha roja del sofá está tendida. Tendida. Recogida. Vuelta a tender. Me invento un desafío con la lluvia. Hubo un tiempo que me gustaba correrla. La carretera. Como quien corre el cárabo. Sudo. Miro las gotas que resbalan mis brazos. Las recorro. Alabama Monroe. Tatuajes.

‘No puedes tocarme’.

A veces la lluvia me sorprende en la playa. Llueve sobre el mar. Sigo leyendo bajo la sombrilla. Con la cara apoyada en la toalla y la toalla excavada en la arena. Trinchera. A ras de horizonte. Agua sobre agua. Archivo una fotografía mental. Monocolor. Detrás de los ojos.

‘No puedes tocarme’.

Me ayudas a recorrer el camino que lleva de la oscuridad hacia la luz. Me ayudas a desnudarme. Para volver a vestirme. Me enseñas que se puede encender y apagar la noche. Con el mismo interruptor con el que se puede encender y apagar una lámpara. Encender las estrellas, las ranas y los grillos. Para no tener miedo.

‘No puedes tocarme’.

En el vientre se me ha alojado un poliedro intramural. Un cubo casi perfecto. En la frontera de dentro. Con excepción de a la hija, hasta ahora solo había crecido cosas por fuera y de pájaro. Las plumas en la espalda para convertirme en otra, la máscara en la cara para mirar desde atrás. Me pregunto cómo será que se vuele con un poliedro enredado. Como un segundo cerebro. Chillida Leku. Desenredar el viento.

‘No puedes tocarme’.

Lo toco desde todos sus lados. Sube y baja las escaleras. Gritando. Reconozco sus urgencias pero no quiero escucharlo.

‘No puedes tocarme’.

Hace tiempo que no sueño con la niña no nacida. Que no pinto puertas en el laberinto. Que no quiero andar los pasos ni aprender las lenguas. Que me escondo.

‘No puedes tocarme’.

Me asomo al acantilado. Me ha crecido un grito cuadrado en el vientre al que le amputo una y otra vez la voz. De un tajo. Como si fuera un brazo que cae al suelo y escondo. Ni una gota. Ni un grano de sal. Sin memoria.

Pido una mano. La mano, la mano, la mano. ‘No puedo tocarme’.

La colcha tendida. Las nubes. El poliedro enroscado en el eco de la poesía. Al rescate. Su mano. Sin saberlo. El vuelo torpe. Simulacro. Mujer. De viento o humo. Encender y cruzar el día. Escuchar la música. Llorando y riendo.


"Yves Bonnefoy: Une Hélène de vent ou de fumée II"
Grabado al Aguafuerte
Eduardo Chillida

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